El pasado 1 de diciembre se celebró el Día Mundial del SIDA y el tema se dedicó a la protección de los derechos humanos de todas las personas afectadas por el VIH (virus de la inmunodeficiencia humana). El derecho a la salud, es uno de los derechos humanos y en VIH/Sida consiste en el acceso y la garantía a la información para la prevención, la consejería, el diagnóstico y el tratamiento.
El VIH/sida es la principal causa de mortalidad por una enfermedad infecciosa en el mundo; hasta la fecha ha cobrado más de 27 millones de vidas y se calcula que cada año mueren 2 millones de personas por esta causa. Quienes más se exponen a la infección por el VIH, son las y los consumidores de drogas inyectables, profesionales del sexo, hombres que tienen relaciones con otros hombres y personas transexuales, y son también las que tienen menos acceso a servicios de prevención, tratamiento y atención porque sufren de discriminación y estigmatización.
La homofobia se puede definir como la aversión, incomodidad, odio, prejuicio o discriminación contra hombres o mujeres homosexuales, aunque también incluye a bisexuales o transexuales. En nuestro país la homofobia es muy extendida y se ha documentado que somos el segundo país en América con más asesinatos por homofobia, después de Brasil.
Todas las formas de discriminación son una violación a los derechos humanos, a nuestro derecho de alcanzar una vida con las mismas oportunidades. Más allá de las causas de la homofobia, debemos extirpar de la sociedad la discriminación por la orientación sexual y participar en la creación de una sociedad más igualitaria, más inclusiva y de mayor aceptación de la diversidad que existe en la naturaleza y en cada uno de los individuos.
Para algunas personas puede ser más difícil superar la homofobia porque desde la infancia se les enseño a rechazar la homosexualidad, pero todas podemos si queremos, desarrollar empatía y aceptación frente a las diferencias de los demás.
Comencemos por cambiar nuestro lenguaje, por respetar la diferencia y por una tolerancia cero a la discriminación. Eliminemos palabras como: maricas, jotos, puñales o putos; son etiquetas humillantes y ofensivas que además nos evidencian como intolerantes y sin respeto a los derechos humanos.
Todas y todos tenemos la responsabilidad de respetar los derechos del prójimo, en el caso particular del personal de salud, su obligación como servidores públicos es respetar y proteger los derechos humanos de todas las personas y es inaceptable que tengan actitudes o comportamientos homofóbicos, por el contrario las y los trabajadores de la salud deben prestar sus servicios con la mejor atención posible y exenta de prejuicios.
Cuando los gobiernos, las instituciones y la sociedad somos incapaces de proteger los derechos humanos de las minorías, aumenta la vulnerabilidad y como en el caso del VIH/Sida se facilitan las epidemias de la infección.
Todos y todas somos importantes. Cuidemos nuestra salud.