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Exceso de azúcar causa amargura

La epidemia de obesidad que sufren muchos países ha obligado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a reconsiderar la recomendación de consumo de azúcar por día; actualmente es de 10% del total de calorías, la nueva propuesta es que sea de 5%

En una persona adulta con un peso adecuado, 5% del total de calorías equivale a seis cucharadas o 25 gramos de azúcar. La sugerencia de la OMS es para los productos industrializados que contienen azúcar de manera natural o adicionada.

El azúcar adicionada es la que se agrega durante el proceso o preparación de los alimentos.

Los que más contienen azúcar adicionada son los refrescos, los dulces, los pasteles, las galletas, los postres, las harinas preparadas para pastelillos y pasteles; los jugos y las aguas, tés o cafés procesados y saborizados con azúcar o jarabes.

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Además, puedes estar consumiendo más azúcar de la que crees en productos que no consideras dulces, ejemplos son la salsa cátsup, mayonesas, aderezos para ensaladas, yogurs “naturales”, pizzas congeladas o productos bajos en grasa a los que se agrega azúcar para mantener la consistencia o sabor.

Por esa razón y para informar mejor al consumidor, varios países -entre ellos nuestro vecino del norte- van a modificar las etiquetas para que se muestren con números más grandes y con letra más gruesa las calorías y el tamaño de las raciones.

Igual que en México, los productos de tamaño familiar que generalmente se consumen en una ocasión deberán contener el total de calorías con los porcentajes recomendados, pero aquí terminan las similitudes: una muy relevante es que en EUA el cambio obliga al productor a informar la cantidad de azúcar agregada, en México no.

Los estudios son cada vez más concluyentes en asociar una dieta alta en azúcar a las altas prevalencias de sobrepeso y obesidad, diabetes, ciertos tipos de cáncer y enfermedades del corazón. Una persona que consume de 85 a 105 gramos de azúcar (340-420 Kcal) aumenta su riesgo de morir por una enfermedad del corazón 38%.

El consumo de refresco es el factor individual más importante de la dieta para aumentar de peso y enfermar de diabetes. Un solo refresco de 600 ml contiene 63 gramos de azúcar y 252 kcal, es decir dos y media veces más la cantidad máxima que recomienda la OMS. Si a eso le agregas pan dulce, pastelillos, postres y otros alimentos que crees están libres de azúcar es muy fácil alcanzar más de 100 gramos diarios del endulzante.

A diferencia de las frutas y verduras, el azúcar adicionada que se consume en refrescos y alimentos refinados es de rápida absorción, el resultado es que sube los niveles de glucosa en sangre, hace que se disparen los niveles de insulina y como es casi imposible gastar toda la energía, se acumula en el cuerpo en forma de grasa, en el proceso eleva también los niveles de triglicéridos de la sangre, lo que explica en parte el aumento de enfermedades del corazón en personas que acostumbran mucha azúcar.

Las etiquetas de los alimentos son muy importantes para tu información, además de saber lo que comes, te dan la oportunidad de decidir si el contenido nutricional vale la pena o si es de mala calidad para tu salud. Una buena etiqueta nos ayuda a desechar más fácilmente los productos con exceso de azúcar. Como sugerencia personal, desconfía y no compres alimentos cuya etiqueta sea tan pequeña que no puedas leer.

¡Anímate ya! Comienza por dejar el refresco.

 

¿Anorexia y Bulimia?

Los trastornos de la alimentación son problemas serios que afectan más a las mujeres que a los hombres e incluyen:

  • Anorexia nerviosa, cuando la persona no come lo suficiente porque se siente gorda
  • Bulimia nerviosa, donde la persona come en abundancia y después se provoca vómito o usa laxantes para purgarse
  • Compulsión para comer, cuando la persona come sin control

Los patrones de alimentación son determinados por factores ambientales, familiares y culturales que se forman durante la infancia y la adolescencia, y pueden alterarse como resultado de factores psicológicos predisponenentes o de expectativas sociales.

Entre los factores psicológicos que acompañan a los trastornos de la alimentación, se reconoce a las relaciones familiares disfuncionales, los rasgos de personalidad obsesivos como el perfeccionista o el ser impulsivo, la baja autoestima o el sentirse indefenso. Las emociones negativas o los traumas pueden desencadenar trastornos debido al impacto estresante que genera la necesidad de cumplir con un nuevo papel y ajustar la imagen personal.

Se menciona también, como un factor de gran influencia a los cambios en los papeles que desempeñan hombres y mujeres, así como  los estándares sociales y las actitudes hacia la obesidad, pues la exigencia de una imagen delgada y atractiva, muchas veces no realista, es fomentada por los medios de comunicación.

La expectativa de ser delgado no es universal, y los transtornos de la alimentación son más comunes en las clases sociales medias y altas de los países industrializados. Ser esbelto y lucir atractivo puede significar mayor aceptación social, al tiempo que refleja mayor autodisciplina, asertividad, competitividad, una conducta más cercana a las nociones de clase o refinamiento, así como un mayor ejercicio de la sexualidad.

El qué comer se ha vuelto una preocupación cultural cada vez más importante, la prevalencia de obesidad y sobrepeso en aumento genera mensajes que pueden ser confusos para niños y adolescentes, una sociedad que favorece comer en exceso, que después culpa y estigmatiza al que sube de peso puede exacervar los transtornos de la alimentación, donde algunos incluso han sugerido que son simplemente extensiones de modos o formas de interacturar socialmente aceptables.

En México, en las pasadas dos décadas, se ha observado un crecimiento en el número de casos de alteraciones de la conducta alimentaria y de los factores de riesgo para desarrollarla, con lo cual se ha reconocido también una necesidad de conocer la prevalencia de estas condiciones.

Por este motivo, en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, se introdujo una versión del “Cuestionario breve para conductas de riesgo en la alimentación” en la que se entrevistó a 25,056 adolescentes de 10 a 19 años. Algunos resultados fueron los siguientes:

  • El riesgo de sufrir un transtorno de la alimentación fue de 0.4% en varones y de 1.0% en mujeres.
  • Las preocupaciones de  ganar peso, comer compulsivamente o perder el control al comer fueron frecuentes en ambos sexos. Sin embargo el ayuno fue significativo sólo para las mujeres hasta con un 3.0% en el área metropolitana
  • Uno de los factores más prevalentes entre los adolescentes mexicanos fue el miedo intenso de ganar peso, que fue de 6.9% en los hombres y de 14.8% en las mujeres. La prevalencia de esta característica se incrementó con la edad de las y los adolescentes.
  • Comer compulsivamente fue común en hombres con un 8.8% y en mujeres con un 9.4%. Esta conducta es clínicamente relevante porque es más alta que la reportada en un estudio en población Estaunidense donde sólo el 2% de los hombres y 3.4% de las mujeres la presentaron, y porque se asocia con enfermedades crónicas como obesidad y diabetes.
  • Si bien las conductas anormales en la alimentación fueron más comunes en áreas urbanas, la prevalencia en las regiones rurales puede ser considerada un problema serio, con lo que se concluye que los trastornos alimenticios en México no son necesariamente un problema limitado a un grupo sociodemográfico.

Desafortunadamente, las investigaciones indican que los trastornos en la alimentación, son uno de los problemas psicológicos, con menos probabilidades de ser tratados. Que no desaparecen por sí solos, y el dejarlos sin tratamiento puede acarrear consecuencias graves.

Los trastornos en la alimentación pueden aniquilar al cuerpo, pero también están asociados con otros trastornos mentales como la depresión, trastornos de ansiedad y abuso de sustancias.

El Instituto Nacional de la Salud Mental de los EUA, estima que uno de cada diez casos de anorexia termina en muerte por hambre, suicidio o complicaciones médicas como ataques al corazón o insuficiencia renal.

Para los servicios de salud es necesario continuar con estrategias y acciones que involucran:

  • Más investigaciones que permitan caracterizar con más detalle este problema, así como identificar más claramente los factores de riesgo individuales y sociales que originan los trastornos en la alimentación en la población mexicana,
  • Desarrollar información que permita contrarrestar la influencia de los mensajes que favorecen la construcción de una imagen corporal errónea. Estos mensajes deben incluir para su difusión a los maestros y la familia
  • Apoyar los hábitos de vida saludable para la prevención de la obesidad
  • Capacitar al personal de salud para identificar los trastornos de la alimentación
  • Formar y capacitar de manera continua al personal para el tratamiento,
  • Fomentar el desarrollo de redes familiares y sociales que apoyen a los adolescentes víctimas de los trastornos alimentarios a salir adelante en lo que es un duro y largo proceso de recuperación

Bibliografía y sitios recomendados:

Fundación Ellen West http://www.ellenwest.org/

Prevalence of abnormal eating behaviors in adolescents in Mexico (Mexican National Health and Nutrition Survey 2006) http://bvs.insp.mx/rsp/articulos/articulo.php?id=002413

Mediline Plus: Trastornos de la alimentación http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/eatingdisorders.html

Trastornos de la conducta alimentaria http://www.psicocentro.com/cgi-bin/articulo_s.asp?texto=art42001