Sal: sal de mi vida

El sodio es indispensable para la vida, tiene varias funciones vitales como equilibrar el contenido de agua, de bases y ácidos en la sangre, así como ayudar a conducir la energía eléctrica necesaria para mover los músculos.

Sin embargo, como casi todo en la vida, el sodio en exceso es perjudicial y tiene varios efectos nocivos. El riñón es el filtro del cuerpo y se encarga de limpiar la sangre, pero cuando de sodio se trata es malo para eliminarlo, pues cuando se consume en exceso se eleva en la sangre y aumenta la retención de líquidos para subir la presión arterial y obligar al riñón a filtrar el sodio.

La elevación de la presión arterial ayuda a eliminar el sodio en exceso pero también agrega una carga para las arterias, que con el tiempo se dañarán y provocarán más hipertensión, así como otras enfermedades cardiovasculares, aumentando el riesgo de infarto.

Además, la retención de líquidos o “hinchazón del cuerpo” producida por el exceso de sal empeora la hipertensión arterial y el estado de salud de las personas con problemas del corazón, riñones e hígado.

El sodio en la dieta se mide en gramos (g). La sal de cocina contiene un 40% de sodio y una cucharada pequeña de sal de cocina contiene 2.3 gramos de sodio. La cantidad que el organismo necesita diariamente para mantener su balance de sodio es alrededor de 0.5 gramos; se recomienda que los niños no deben consumir más de 1.2 gramos y los adultos más de 2.3. Si se tiene hipertensión arterial no se deben rebasar 1.5 gramos diarios y si se padece del hígado, riñones o corazón la cantidad debe reducirse aún más.

Pero mucho ojo, actualmente el consumo promedio de sodio por día de un adulto es entre 9 y 12 gramos diarios, es decir, 10 veces más la recomendada en personas sanas.

¿De dónde viene la sal que se consume?

Muchos alimentos, entre ellos la carne y el pescado, tienen sal de manera natural pero en bajas cantidades; de 75 a 78% puede provenir de alimentos industrializados en los que además del sabor, se agrega para dar color, controlar la fermentación, incorporar otros ingredientes o esponjar los alimentos.

¿Cómo disminuir la ingesta de sal?:

  • Consume alimentos frescos.
  • Evita o disminuye en lo posible los alimentos procesados, los más altos en sal son: sopas, atún, sardinas y vegetales en lata; queso, salsas, salchichas, soya, jugo de tomate, pepinillos, jamón, aderezos para ensalada, algunos refrescos y todo tipo de frituras.
  • Evita o disminuye las comidas rápidas altas en sal como pizzas, hamburguesas, hot dogs, papas o pollo frito.
  • Lee las etiquetas y averigua el contenido de sodio. Otras formas en las que se encuentra además del cloruro de sodio son: glutamato monosódico, nitrito de sodio, sacarina de sodio, polvo para hornear, bicarbonato de sodio o benzoato de sodio.
  • Comienza a usar menos sal de la que piden las recetas.
  • En los restaurantes pide tus alimentos sin sal y las ensaladas con el aderezo a un lado para que puedas controlar la cantidad.
  • Quita el salero de la mesa y no lo uses.
  • Ajusta tu paladar.

Tal vez al principio te parezcan un poco insípidos los alimentos, pues tu lengua estará acostumbrada al sabor de la sal, pero sólo será por unos días y comenzarás a recuperar el gusto por el sabor natural de la comida y disfrutarla sin dañar a tu organismo.

Infórmate, cuida tu salud.

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