Una de las crías más indefensas al momento de nacer es el ser humano, mientras otros animales se paran y caminan por sí solos unos minutos después de llegar al mundo, al bebé humano le toma nueve meses más dar los primeros pasos. Una teoría plantea que idealmente los embarazos deberían ser de 18 meses, pero como somos muy cabezones, habría muchos problemas anatómicos al nacer, así que para hacer más fácil el nacimiento nuestra gestación está disminuida y lo que ayuda a prolongar el embarazo de manera externa es la lactancia materna.
Al nacer, el bebé no se distingue como un ser diferente de su madre, la mayoría de sus órganos son inmaduros y varios no se han terminado de formar, por ejemplo, el ojo completa su fino y delicado desarrollo hasta los cuatro años de edad, es por eso que un recién nacido solo ve imágenes borrosas. Por otro lado, el sistema digestivo no es capaz de absorber todos los nutrimentos, por lo que es crítico que reciba el alimento que fue creado especialmente para él y así completar el desarrollo físico, cognitivo (capacidad de pensar, aprender y recordar), emocional, social, del lenguaje y de sus habilidades sensoriales y motoras.
Por ventaja evolutiva, el bebé humano tiene también a la madre más inteligente del reino animal y en ella, lo que él necesita en la cantidad y calidad precisas. La lactancia es refleja e instintiva en el recién nacido y debe combinarse con la de la madre que es guiada también por el instinto y estimulada por el apoyo social y emocional.
Al día de hoy, no se ha logrado una comprensión completa de los componentes de la leche humana y cómo es que interviene en todos y cada uno de los aspectos del desarrollo pendientes en el bebé, es por eso que ninguna y repito: ninguna leche artificial ha podido igualar la calidad y complejidad de los nutrientes maternos, por lo que tiene desventajas importantes en la alimentación del bebé, como lo han mostrado los estudios que comparan la leche materna y artificial.
Los bebés amamantados se enferman menos y crecen mejor porque la leche es estéril y rica en defensas que lo protegen de los padecimientos más comunes, además no tiene el riesgo de contaminarse ni llenarse de microbios como el agua y los biberones en los que se prepara la leche artificial. Amamantar mejora la inteligencia de los niños y niñas, porque tiene los nutrimentos que el bebé necesita para que el cerebro y otros órganos terminen de crecer y desarrollarse. Crea también un vínculo emocional entre la madre y el bebé que mejora la autoestima y sus ventajas se manifiestan en la vida adulta con menos sobrepeso y obesidad, hipertensión arterial y diabetes.
La lactancia también favorece a la madre, la ayuda a recuperar más rápido el peso anterior al embarazo, la protege de la depresión después del parto y reduce su riesgo de cáncer de mama, cáncer de ovario y osteoporosis.
La lactancia materna es natural e instintiva y la mejor opción en salud para la madre y el bebé, pero sin el apoyo social e institucional, se levantan barreras que hacen mucho daño, como los mitos, la falta de promoción por personal de salud y la publicidad indebida de las marcas de leche artificial.
Cambiemos los mitos y barreras por una cultura de fomento a la lactancia materna, hablemos de todas sus ventajas y tengamos mejores actitudes y apoyo hacia las mujeres que amamantan.